XIX Paisaje Grana

La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de agua de carmín, de roca, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; hay por su enorme garganta como un pasar profuso de umbrías aguas de sangre.

El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruidoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado… la tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable…

– Anda, Platero.

11721272_10207066387880013_907438416_n

11805727_10207114128873508_1027124484_n

XIX Paisaje Grana

Juegos del anochecer

Cuando en el crepúsculo del  pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, por la oscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los niños pobres juegan a asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo…

Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos y un vestido, y como sus madres, ellas también sabrán cómo, les han dado algo de comer, se creen unos príncipes:

– Mi pare tié un reló e plata.

– Y er mío un cabayo.

– Y er mío una ejeopeta.

Reloj que levantará a la madrugada, escopeta que no matará el hambre, caballo que llevará a la miseria…

El corro, luego. Entre tanta negrura, una niña forastera, que habla de otro modo, la sobrina del Pájaro Verde, con vo débil, hijo de cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:

Yo soy laaa viudiiitaa

del Condeee de Oréé…

¡…Sí, sí, cantad, soñad, niños pobres! Pronto, al amanecer vuestra adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de invierno.

– Vamos, Platero…

11805727_10207114128873508_1027124484_n

Juegos del anochecer